martes, 18 de noviembre de 2008
Sabores Curvos
Vivimos en tiempos de Palermización ,guitarreo y degustación.
Donde Palermo en cualquier momento llega hasta La Boca y todo el mundo es sommelier ,con chantas que no dejan de revolear sus copas, para olisquear con aire experto y revelarnos astutamente : “sabores curvos con marcadas notas de frutos del bosque, en especial cassis y buen final en boca”.
Los tipos nunca agarran la copa por el cáliz, sino por el tallo. Y en la vida, eso mucho no pasa.
Te dan ganas de decirle al de la mesa del costado “Agarrá bien esa copa, pelotudo”.
Toda ese vocabulario de que “ese vino tiene memoria de almendras...” “final voluptuosa de cerezas”,”notas a chocolate ,humo y tabaco”, “presencia de mermelada y confituras” ,”notas de duraznos blandos” ,me suena a guitarreo... ¿grosellas? ¿flores blancas? ¿vainilla?.
Meses atras, los bebedores de vino estadounidenses han tenido su turno como objeto de ridículo de la cultura popular.
En dos estudios sobre la psicología del vino, los consumidores han sido representados como ingenuos, sujetos a manipulaciones de mercadotecnistas, críticos y productores charlatanes que han envuelto al vino en misterio y una falsa sofisticación .
Uno de esos estudios fue concebido por Robin Goldstein, crítico de comida, para intentar aislar a los consumidores de la influencia externa para que simplemente pudieran juzgar al vino de acuerdo con lo que hay en la copa.
Pidió a 500 voluntarios que cataran y calificaran 540 vinos no identificados, con precios que iban desde 1.50 hasta 150 dólares la botella.
Los resultados son descritos en el libro, “The Wine Trials” (Las pruebas del vino).
Una botella de champaña de 10 dólares del estado de Washington obtuvo una mejor calificación que un Dom Pérignon, que se vende en 150 dólares la botella, mientras que Two-Buck Chuck, el cabernet sauvignon más barato de Charles Shaw de California, superó a una botella de cabernet de 55 dólares del Valle de Napa.
“Cien vinos que cuestan menos de 15 dólares superaron consistentemente a sus primos finos”, señaló el artículo.
El libro demuestra que lo que les gusta a los bebedores novatos es diferente de lo que les agrada a los expertos en vino. Los expertos prefirieron el Dom Pérignon.
En un segundo experimento, del Instituto de Tecnología de California y la Escuela de Negocios de Stanford, en California, demostraron que entre más caro creen los consumidores que es un vino, más probable es que sientan placer al tomarlo.
Los investigadores escanearon los cerebros de 21 novatos del vino voluntarios mientras bebían pequeños sorbos de vino. A los participantes se les informó sólo el precio de las botellas. Sin saberlo, cataron un vino dos veces, y se les dio dos precios diferentes.
Invariablemente, prefirieron el que pensaban que era más caro.
La correlación entre precio y calidad es tan poderosa que afecta no sólo nuestra percepción del vino, sino de todos los bienes de consumo.
Michael Rolland, es el más brillante “consultor de vinos” que recorre viñedos del mundo. Dueño de un gran histrionismo, Rolland aconseja a todos con sus dotes de doctor y terapeuta (de vinos).
Otro gran personaje es el periodista norteamericano Robert Parker, la indiscutida voz de la crítica internacional de vinos, que con una olida de su nariz puede hundir o salvar cualquier bodega del mundo.
Parker vive en una mansión de Maryland (Estados Unidos), cuidando su nariz y su paladar asegurados por un millón de dólares.
El francés Rolland y el norteamericano Parker, son íntimos amigos desde hace más de ocho años .
La feliz amistad entre Rolland/Parker dice operar sólo guiado por el gusto propio (y ajenos al juicio del otro).
Sin embargo, es admirable cómo ese gusto termina resultando sorprendentemente coincidente. Haciendo cada uno su trabajo con intachable honradez, la tarea sumada puede lograr por ejemplo que una botella producida en una bodega cualquiera se dispare de 35 a 110 euros.
Sólo hace falta contar con el asesoramiento adecuado (materia en la que, casualmente, Rolland es el capo) y la máxima puntuación de la revista Wine Spectator (para la que, casualmente, escribe Parker).
Mientras tanto, los consumidores se enfrentan con la impenetrable jerga del vino: la revista Wine Spectator recientemente evaluó un tinto argentino como “oscuro y suntuoso, con muchas notas de pan de higo, moca, ganache, ciruela pasa y arcilla. Su textura se mantiene fina al final, con toques persistentes de salvia y de aromas tostados”.
Rolland asesora a 15 bodegas del pais y cuenta con la simpatía de Marina Beltrán, directora de la Escuela Argentina de Sommeliers por colocar a Argentina en el mapa del vino en el mundo.
Les recomiendo el documental Mondovino
Ah ¡¡¡¡¡¡y no se olviden de los taninos!!!!!!!!!!!!
Fuentes:Eric Asimov,Newsweek
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario